Mi alma al descubierto Nº 30
Al acercarme lánguidamente al espejo, me sorprendió la cantidad de heridas que poseía mi rostro, había pasado por noches donde el tiempo se detenía para mostrarme el baúl de mis recuerdos, que solo protegía el infame de las enfermedades solo la esperanza, la que prolonga mis tormentos. No puedo más, necesito extirparte de mí, huir con mis pensamientos a cualquier lugar lejos de esta nostalgia. El deseo de sentirte nuevamente entre mis brazos me hace caer en una desesperación que no puedo minimizar y nada en esta vida agitada llena este vacío que nació en mí y no me permite soñar con quimeras y creer en ellas. Pero aunque busque en esta grieta, que refugio un adiós, poder decir que aun te amo, no puedo, todavía está en mi el dolor del adiós en tus ojos y me es imposible apartar estas lagrimas que marchitan mi fe en ti. Dicen que solo cerrando las puertas detrás de uno se abren puertas al porvenir pero, dime amor, como dispersar estos recuerdos en olvido si me hacen tan feliz, como olvidar tus manos entrelazadas con las mías confundiéndolas hasta no saber si son tuyas o son mías, como decirle a mis suspiros que ya no tendrán tus labios donde disiparse y poder sentir aquellos pequeños detalles infinitamente frecuentes. En este momento está escuchando nuestro tema “nunca dejare de escuchar”, aquel en donde nos perdimos a mimos y el tiempo castigado por nuestros besos decaía rápidamente y se instalaba en gloria de la realidad. Qué fácil es llorar y espaciar mis lagrimas cada vez que tú no estás, que natural se me hace desenterrar aquellas madrugadas en donde mis ojos, brillaban de placer, Quisiera salir corriendo con suplicas ante ti, invadir tu vida con mi evocación y gritarle a tu corazón: ¿Por qué? No vuelves si mi corazón está muriendo por ti…
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